miércoles, 28 de mayo de 2014

Mata al Rey y vete a Murcia, donde, por cierto, reposa el corazón de Alfonso X


Escudo del Reino de Murcia
Hace poco tiempo hablaba con un amigo, César, de la frase que da título a esta entrada, y de lo poco que sabe la gente de la historia de la propia ciudad, y no digamos en general del propio país, quedándose sólamente con la "historia" que les interesa.
Hoy nos toca hablar del Reino de Murcia, siendo primero taifa musulmana y después reino cristiano dentro del Reino de Castilla, además de aragonés por en medio...

Un poco de historia primero:

La importancia del Reino Taifa de Murcia consistía en 3 pilares básicos.
Primero, los valles fértiles de los ríos Mula, Guadalentín y Segura con sus huertas, segundo, las fortificaciones, junto con las sierras donde se asentaban estas, facilitaban mucho la defensa, como pudieran ser las de Lorca, Velez Blanco o Moratalla y por último, los pasos hacia Granada desde la zona de Lorca y Los Velez y desde la meseta castellana hacia el mar Mediterrano,  Castilla necesitaba una salida al mar por el Mediterraneo y por eso pretendía Cartagena, que según el tratado de Tudilén  del año 1141, suscrito por Alfonso VII y Ramón Berenguer IV, le tocaba a Aragón, quedando los límites con Castilla en la zona de Lorca.
Tras incumplimientos mutuos del tratado de Tudilén y de varios tratados posteriores, después de la conquista de la ciudad de Murcia por Jaime I de Aragón y posterior devolución, por el tratado de Alzira del año 1244, que una vez mas se rompería, no será hasta el tratado de Elche del año 1305 donde se fijarán las fronteras del reino, casi como son en la actualidad.

Resulta que una de las ventajas que le otorgaban su buena defensa, las sierras montañosas, también provocaban junto con ser frontera con el reino de Granada y las constantes escaramuzas moras que el Reino de Murcia estuviera despoblado, cuentan las crónicas que Jaime I, para evitar futuras revueltas, dejó 10.000 aragoneses en Murcia, será por eso que en Murcia se baila la Jota.
Así que también para evitar constantes problemas con los moros y con los aragoneses, desde Castilla se intenta repoblar el territorio murciano, pero parece ser que en la zona fronteriza no se termina de asentar población por miedo a las continuas incursiones granadinas. Se les conceden privilegios a las órdenes militares, como la del Temple en Caravaca, la de Santiago en  Yeste, Moratalla, Abanilla o Valle de Ricote, o la de San Juan en Murcia capital, Archena o Campo de Cartagena, pero aún así la población no aumentaba, es entonces cuando a Alfonso X se le ocurre dar un privilegio real, perdonar todas las deudas con la ley, tanto de robo como de sangre, acaecidas en cualquier reino a cambio de repoblar la frontera y defenderla aún a costo de la vida propia. ----Sí, y no estoy hablando de los Cuervos de Juego de Tronos, eso ya lo inventó Alfonso X, por algo le llamaron "El Sabio".-----


Hete aquí que un día de 1268 en Valencia ocurrió un hecho que acabaría con el privilegio y engendraría nuestra frase. Se cuenta que había una joven veinteañera llamada Isabel, que era la moza mas bella del reino, la cual ante la muerte de su padre heredó una gran fortuna, aunque también la promesa de casarse con un primo del rey Jaime I, el  mismo rey Jaime I la tomó bajo su protección y la prometió a su primo.
Un Jueves Santo,  andaba la joven doncella por la catedral cuando se cruzó con un mozo, el uno quedó prendado del otro. El mozo regaló una rosa a la doncella, como declaración de amor, que al no devolverla, esta aceptaba.
Enterado de la ofensa, el real primo, retó al joven. En el duelo el joven desconocido mató al primo del rey, y aunque había sido un duelo justo y en toda regla, el rey dio orden de detener y juzgar por asesinato al mozo. Al enterarse el joven de que estaba siendo buscado por la justicia del rey, se refugió en el Reino de Murcia.

El Rey, Jaime I, enfadado, habló con su yerno, el Rey castellano Alfonso X,  y le pidió que  suprimiera el privilegio "no sea que fueran a matar al Rey e irse a Murcia" pues ya habían matado a su primo. A lo que Alfonso X respondió anulando tal privilegio. Tal acontecimiento acabó dando origen a la frase que encabeza esta entrada.


Por cierto en la Catedral de la ciudad Murcia, se encuentra una urna con las entrañas y el corazón de Alfonso X, dicha urna se puede ver en el altar mayor, si no podéis verla en persona, lo podéis hacer a través de esta web.

Mas información aquí, aquí, aquí, aquí y aquí.


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